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jueves, 27 de junio de 2019

DIVERSIDAD LINGUISTICA

La diversidad hace referencia a la abundancia de cosas distintas, la variedad y la diferencia. La lingüística, por su parte, es aquello perteneciente o relativo al lenguaje (el sistema de comunicación que nos permite abstraer y comunicar conceptos) o la lengua (el sistema de comunicación verbal propio de los seres humanos).
La diversidad hace referencia a la abundancia de cosas distintas, la variedad y la diferencia. La lingüística, por su parte, es aquello perteneciente o relativo al lenguaje (el sistema de comunicación que nos permite abstraer y comunicar conceptos) o la lengua (el sistema de comunicación verbal propio de los seres humanos).

La diversidad lingüística es la coexistencia de una multiplicidad de lenguas dentro de un
determinado espacio geográfico.
Como tal, el concepto de diversidad lingüística se emplea para hacer referencia a situaciones de convivencia de un conjunto de comunidades que hablan lenguas distintas y que comparten determinadas regiones o territorios. De allí que la diversidad lingüística implique también que existan condiciones que propicien y faciliten la preservación y el respeto mutuo de las lenguas coexistentes.
Resultado de imagen para DIVERSIDAD LINGUISTICAEn este sentido, las regiones del mundo que se caracterizan por una mayor diversidad lingüística son aquellas que se encuentran más aisladas, y que han sido pobladas, a lo largo de los siglos, por grupos humanos pequeños que no imponían a los otros su lengua.
Por su lado, las regiones del planeta menos diversas lingüísticamente son aquellas que se han conformado como unidades políticas y territoriales desde hace siglos, o que han sido sometidas a procesos de colonización, o han padecido una fuerte influencia cultural por parte de una potencia extranjera, entre otras cosas.
En este sentido, Nueva Guinea es la región que ostenta mayor diversidad lingüística en el mundo, mientras que el continente europeo se caracteriza por ser la de menor diversidad.
El caso del continente americano, por su parte, es intermedio. La existencia de una gran cantidad de lenguas indígenas, principalmente en los territorios del suroeste de México y Guatemala, así como en la selva amazónica, y que incluye países como Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia, le otorga a América, aún, una situación de diversidad lingüística que, no obstante, debido a globalización y el peso cultural del español y el portugués, amenaza con disminuir con el paso de los siglos.
La mayor parte de las lenguas habladas en el mundo se reparten entre los continentes asiático y africano, con 32% cada uno; a continuación, le sigue la zona del Pacífico con 18%, América con 15%, y Europa, con tan solo 3% de la totalidad de las lenguas habladas, aunque, no obstante, entre ellas se cuentan cuatro de las lenguas más habladas y difundidas del mundo (español, inglés, ruso y francés).
Actualmente, en el mundo se maneja que existen más de 6.000 lenguas, sin embargo, más de 50% de ellas se encuentra en peligro de desaparecer en las próximas décadas.
Diversidad lingüística y diversidad cultural
La diversidad lingüística propicia situaciones de diversidad cultural, es decir, lugares donde comunidades lingüísticas de diferentes culturas tienen la posibilidad de convivir e interactuar. Como consecuencia, se genera un diálogo intercultural enriquecedor, una conciencia de respeto hacia el otro diferente, y la oportunidad de aprender a convivir armónicamente, con respeto a las diferentes identidades culturales, tradiciones y religiones que caracterizan a cada cultura.
Resultado de imagen para DIVERSIDAD LINGUISTICASi a un hablante de una zona monolingüe de, pongamos, España, se le pregunta por la cantidad de lenguas que se hablan en su país, lo más probable es que, tras unos instantes de recuento, responda con un claro “cuatro” o “cinco”.
Se le pide entonces amablemente que defina a qué lenguas se refiere, para lo que seguramente enumere las que sociopolíticamente se consideran las lenguas de España: castellano, gallego, catalán, valenciano y vasco. Nada dirá, probablemente, de otras lenguas que se hablan en nuestro país, como árabe, chino, búlgaro, rumano, wolof, persa, suahilí; o inglés, francés, alemán, portugués o italiano, por ejemplo. No mencionará, posiblemente, el sistema de comunicación de la comunidad sordomuda, esto es, las lenguas de signos que existen en España, de las que, desde 2007, son oficiales la catalana y la castellana. Y, por supuesto, aparte quizá del asturiano, no citará seguramente más lenguas no oficiales, como puedan ser el aranés o el aragonés, reconocidas sin embargo en sus respectivos estatutos de autonomía. Plantearse en estos momentos la naturaleza lingüística del andaluz puede resultarle a nuestro hablante bastante extraño, incluso aunque toda su familia provenga, pongamos por caso, de Málaga.
Y es que no es fácil acordar un concepto para definir lo que es una lengua. En primer lugar, porque al hablante nativo (y al experto lingüista) le resulta sumamente complicado eliminar los prejuicios que forman parte de la concepción metalingüística de la sociedad en la que se ha criado, como por ejemplo, la oposición lengua vs. dialecto. ¿Qué es una lengua? ¿Qué es un dialecto? ¿Tiene que poder escribirse un dialecto para poder ser considerado lengua? ¿Tiene que tener un país, una nación, un Estado, un ejército para que sea lengua? ¿Es obligatorio que cuente con una gramática y un diccionario? No es fácil responder a estas preguntas y mucho menos si nunca nos las hacemos porque damos por hecha la respuesta.
En segundo lugar, también resulta complicado delimitar qué es una lengua porque la natural condición etnocéntrica del ser humano permite, entre otras cosas, que un mismo idioma sea denominado de distintas maneras, dependiendo del pueblo que se refiera a él.

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